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Relato sin frontera

Actualizado: 16 ago 2020

Perfil de la relatora.

Nombre: Emma Flynn

Ocupación: Estudiante de la Universidad del Tolima.

Edad: 20 años

Lugar de nacimiento: Bogotá, Colombia.

(por petición expresa de la relatora de esta experiencia, su nombre fue oculto y reemplazado por uno ficticio en común acuerdo)


“En lo más profundo de la noción de diáspora está la imagen de un viaje. […]. La cuestión no es simplemente ¿quién viaja? Sino ¿cuándo, cómo y en qué circunstancias? ¿Qué condiciones socioeconómicas, políticas y culturales marcan las trayectorias de estos viajes? ¿Qué regímenes de poder inscriben la formación de una diáspora específica?” (Avtar, B. 1996)


Tengo una amiga que estudia en la Universidad del Tolima, su nombre es Emma y nos conocimos hace más de un año. Casualmente tengo muchos contactos que provienen de otras ciudades; sujetos perfectos para compartir un poco de su experiencia en la ciudad. Sin embargo, entre un puñado de personas, preferí contactar a Emma, pues si bien ya conocía, a retazos, un poco de su historia, ella se caracteriza por ser emocional, con un diálogo extenso y muy efusiva, por lo que para este ejercicio era fundamental expresar algo de esa emoción; además, al conocer previamente algo de su historia, sabía que su relato iba a ser de gran aporte, y tomé la actividad como una excusa para profundizar en su experiencia. Le avisé por mensaje de texto que quería que me volviese a contar su historia, y posteriormente hablamos por llamada, en donde me contó un poco más al detalle lo que previamente ya habíamos conversado. Ella se encuentra en su ciudad natal, Bogotá, desde hace un tiempo, así que por tal razón opté por la llamada. Este es el perfil que logré construir de su experiencia:

Emma es una chica que proviene de la capital del país, Bogotá. Sus amigos le definen como una mujer extrovertida, sensible, carismática, pero que mantiene al borde del colapso. En cuanto algo excede su capacidad de aguante, explota como primeramente se le ocurre. Tiene un gran sentido del compañerismo, está ahí para la gente que, próxima a su círculo social, necesita de una mano. Apasionada por alcanzar su gran meta en la vida, ser diseñadora de modas, pone toda su integridad sobre las cosas que pueden ayudar a que dicho objetivo se cumpla, desde empeñarse en culminar una carrera que no estaba en sus planes, hasta buscar la manera de acercarse a su verdadera vocación a través del contexto casi antinómico (con respecto a sus intereses reales) que le rodea. Asegura que no es que no le guste su actual carrera, sino que, en tanto no era parte de sus planes, le costó adaptarse en un principio.

En cuanto a sus gustos, es una personalidad que comprende ciertas complejidades, pues no expresa un perfil con determinaciones lineales y asociativas; es decir, existe una variedad de gustos y afinidades que no se entrelazan entre sí, como, por ejemplo, el poseer un carácter sensible y de positive mental attitude (PMA), pero distanciarse de su gusto por las flores o aberrar el romance demostrativo. En esa lógica, Emma tiene una especie de mixtura entre las características de lo bohemio y la actitud positiva del orden universal, pues le gusta el café, el clima frío, la literatura (diríamos que el realismo mágico encaja perfectamente con sus afinidades), los planes sencillos y pensar abiertamente; por lo contrario, cree en un Dios, el destino es su argumento, se preocupa en demasía por su estética y cree fielmente en la armonía entre las personas. Como se puede evidenciar, son posturas que hasta cierto punto se encuentran en polos distintos, pero que hacen parte de la configuración de su identidad. Yo no diría que esto supone una indecisión, sino que en cierto modo se ha liberado de ciertas cadenas del conductismo y, a partir de lo que considera apto para su vida, adhiere gustos y construye aversiones.

Por otra parte, inmediatamente se le viene a la mente, cuando se le pregunta por su comida preferida, la comida italiana como la pasta y la pizza, muy propio de la cultura de la que proviene; así, también, le gusta la famosa “changua” y combina la lechona con el arroz. Desde que llegó a Ibagué le ha costado adaptarse, es por esto por lo que su paladar y sus gustos siguen estando del lado contrario. Bajo esa lógica, no podríamos decir que “se siente ibaguereña” del todo, pero sí ha encontrado en la ciudad algunos aspectos con los que se siente más cómoda; aun así, reitero, prefiere cien veces su cultura, pues allí se encuentra su familia y amigos cuyo vinculo tiene una trayectoria amplia.

Partiendo de lo anterior, y habiendo descrito a Emma a partir de algunas características, su contexto de proveniencia, gustos y algunos aspectos morales, quizás lo más interesante ha sido su proceso de adaptación a la ciudad de Ibagué, pues siempre resulta cautivador cómo reacciona el ser humano ante lo desconocido; lo que se le aparece como el terreno a conquistar, y teniendo en cuenta las dificultades de Emma para adaptarse a cualquier entorno, esto supondría un desafío más que no podía evitar. Y no podía evitarlo porque las oportunidades en materia de educación en la capital eran arbustos espinosos por los que era muy difícil atravesar, debido a las altas expectativas que tenía por viajar (otra de sus grandes pasiones) a Argentina para integrarse en su añorado proceso académico en relación con el diseño de moda, una posibilidad y un contexto que desde siempre ha tenido en su horizonte de posibilidad. Las cosas no se dieron para Emma, por lo que empezó a contemplar otro tipo de posibilidades, entre ellas el ingreso a la Escuela de Arte y Letras de Bogotá, pero cuando ya tenía todo listo para su ingreso, decidió invertir el dinero del pin de ingreso a la institución en un viaje a la ciudad de Ibagué para cumplir con las obligaciones familiares que se demandan en cada núcleo particular, este fue, para dicho caso, la asistencia al cumpleaños de un familiar muy cercano que reside acá en la ciudad. Efectivamente cumplió con su obligación, pero aún estaba en su mente ingresar a la Escuela de Arte y Letras; sin embargo, en la visita a la ciudad, ocurrió quizás el evento que produjo un punto de inflexión en su vida, la famosa y temida charla reflexiva familiar; ese momento en el que la familia deposita todas sus expectativas, profiere todo tipo de opiniones basados en sus intereses o en lineamientos educativos, y por tanto condiciona la dirección personal del individuo, dando prioridad al dinero o al prestigio antes que al proyecto del sujeto que está a punto de tomar una decisión importante en su vida. Por supuesto, después de esa reunión, un pesado elefante de responsabilidad se posó sobre los hombros de Emma, llevándola a elegir la Universidad del Tolima, que ya era conocida para ella, pero que nunca había contemplado estudiar allí. Una vez encontró un programa que le llamara la atención y que correspondiera con su puntaje adquirido en la Prueba Saber, se decidió por cursar la carrera de sociología, en la que se encuentra a escasos semestres de culminar.

Emma se trasladó a la ciudad de Ibagué para cursar sus estudios, pero a partir de allí se le presentaron otra serie de obstáculos que, bien o mal, le han dotado de unas cualidades con las que antes no contaba. Ella se vino a vivir acá, pero lejos de su núcleo familiar, lo que le pegó bastante fuerte, pues de los brazos de padre y madre nadie se quiere separar, además de que se enfrentaba a lo que antes denominábamos como “desconocido”; una ciudad, una cultura y un clima distinto era el nuevo escenario al que se incorporaba. Al principio le costó, pero poco a poco y con el transcurso de los años ha venido incorporando algunas prácticas y costumbres, sin perder su esencia de “rola” que tanto le caracteriza. Asegura que no le gusta el calor de la ciudad, pero que, por fortuna, la gente con la que se ha topado ha hecho de este martirio un ambiente más soportable. No extraña, por el contrario, los trancones de Bogotá por el gran flujo de personas que hay en la ciudad. Afirma que Ibagué es un buen lugar para vivir, pero jamás podrá identificarse con esta ciudad, pues su cultura está más que reafirmada.

Emma sigue en el proceso de adaptación a la ciudad, a su nueva vida, y piensa en lo que afrontará más adelante. Existen cosas que comúnmente hace en Bogotá, pero que no le apasiona hacer aquí en la ciudad. Ibagué es una ciudad hermosa, pero no siempre alguien logra corresponder con lo que al principio se le presentaba como lo extraño.


A modo de reflexión

Fijémonos aquí en lo particular de esta situación, pues en síntesis podemos asegurar que Emma, después de vivir y convivir durante algunos años aquí en la ciudad, aún no ha encontrado la suficiente simpatía como para afirmar que hay algún tipo de identificación con Ibagué. Aun así, podemos inferir, por su relato, que, sin haber pisado territorio argentino, hay algo de ella puesto dentro de ese país que soporta todo vínculo imaginario que pueda tener con este, por lo que podríamos decir, en términos un tanto exagerados, despojándonos del tecnicismo académico, que Emma es más Argentina que lo que se supone de Ibaguereña.

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